Un puñado relativamente pequeño de afortunados hemos podido disfrutar recientemente en Madrid de uno de los mejores eventos musicales de nuestra vida. Lejos del ruido y el bullicio a veces desmedido de los conciertos, Sleep de Max Richter nos ha proporcionado una experiencia cívica donde los asistentes estuvimos en silencio y cerramos los ojos por consigna.
La ciencia de la música
Sleep es un espectáculo de Max Richter que se basa en su álbum conceptual con el mismo nombre publicado en 2015 en Deutsche Gramophon, para el cual contó con las recomendaciones del neurólogo estadounidense David Eagleman, autor del casi best seller Incógnito. Las vidas secretas del cerebro.
Entre los dos crearon esta “nana para el mundo moderno”, una pieza contemplativa que induce a la ensoñación, de la misma manera que su actuación de ocho horas nos indujo al sueño a todos los presentes.
Confieso que al principio estaba muy nervioso y no sabía si iba a poder conciliar el sueño, así que, pasados los primeros minutos de expectación, decidí poner en práctica las técnicas para meditar que me ha enseñado una buena amiga y ahí fue cuando, a través de la meditación activa y la escucha atenta, me di cuenta de verdad de lo intensa y agradable que iba a ser la experiencia.
No sé cuánto tiempo tardé en dormirme, solo sé que cada parte de mi cuerpo fue despertándose una a una y a eso de las 6:30 de la mañana, media hora antes de que terminase, me sentía totalmente renovado y feliz.
La N@ave de Villaverde fue el escenario de esta insólita actuación. Sin duda, un marco ejemplar, dado que su proyecto tiene como ejes de actuación el fomento de la innovación, la formación y empleabilidad y la divulgación científica y técnica.
Concierto con C de cívica
Confieso que suelo ser uno de esos tiquismiquis que en los conciertos mira mal al que tiene al lado si está hablando y se le oye por encima de la música. Sí, soy de esos que disfruta cerrando los ojos y dejándose llenar por el sonido, entregándose a la atmósfera y viviéndolo de una manera casi espiritual.
Lejos de ser algo habitual, en España lo más natural es encontrarse con personas que se ríen y te califican como snob mientras te impiden deleitarte como si estuvieses en la ópera.
Esto, sin embargo, no suele ocurrir en otros países de Europa, empezando por nuestro vecino Portugal, donde el público se comporta de manera cívica y respetuosa con sus iguales.
Por eso este concierto, además de lo maravilloso que me ha parecido por su apuesta por la innovación conceptual, me ha devuelto la esperanza. Por unas horas he compartido sala con personas que, como yo, querían convertirse en uno con la música, dejarla fluir por cada uno de sus poros y entregarse a lo que el gran Max Richter nos pedía.
Sin duda, una estupenda decisión para unos Veranos de la Villa que cada año se superan y que estamos encantados de poder gozar.
Lo siento mucho por los que no pudisteis venir o no os enterasteis, porque es algo irrepetible, pero como consejo para intentar una situación similar os recomiendo que os pongáis el álbum entero de Sleep o, en su defecto, la banda sonora original de The Leftovers, que atrapa con la misma intensidad y está compuesta con la misma intención de sumergirte en las profundidades del subconsciente.
Deja un comentario