Con la pandemia de coronavirus que estamos atravesando, la venta de mascarillas protectoras se ha disparado, a nivel de los estados, para proteger al personal sanitario, y de los ciudadanos, para proteger a los demás y/o protegerse a sí mismos frente al virus. Pero este exceso de demanda está llevando a que muchas de las mascarillas que se venden sean una estafa.
Tipos de mascarillas
En primer lugar, hay que aclarar los distintos tipos de mascarillas para que sepamos exactamente hasta qué grado vamos cubiertos con ellas:
Mascarillas higiénicas: Las de tipo higiénico cubren boca, nariz y barbilla y están provistas de un arnés que puede rodear la cabeza o sujetarse en las orejas. Se componen de una o varias capas de material textil y pueden ser reutilizables o de un solo uso. Protegen a los demás, pero no nos protegen a nosotros.
Mascarillas quirúrgicas: Las de modelo quirúrgico son las que se usan en ambientes clínicos y están recomendadas para personas que hayan sido diagnosticadas de COVID-19, tengan o no síntomas. Este modelo limita la transmisión de agentes infecciosos porque están diseñadas para filtrar el aire exhalado. Por tanto, su misión es proteger a quienes están alrededor del portador evitando la dispersión vírica al estornudar, toser o hablar.
En el mundo ideal donde se reducen las posibilidades de contagio, todos llevaríamos una mascarilla quirúrgica bien puesta. Pero como esto no es así, no se han puesto (todavía) las mascarillas como de uso obligatorio y muchas de las personas que las llevan se las ponen colgando en una oreja, en el cuello, en la mano o en el codo, la recomendación de algunos expertos es la FFP2, de la que hablaré más abajo.
Como las anteriores, no protegen al que las lleva.
La mascarilla quirúrgica debe contar con un mecanismo que permita ceñirla estrechamente sobre nariz, boca y barbilla.
EPI (Equipos de protección individual): con estas quizás es con las que hay mayor controversia.
De venta en farmacias y establecimientos especializados, sirven para crear una barrera entre un riesgo potencial y el usuario, filtrando el aire inhalado y evitando la entrada de partículas contaminantes en el organismo.
En función del grado de protección pueden ser de tipo FFP1, FFP2 y FFP3. Los filtros que contienen contra las partículas también pueden ser de tres tipos: P1, P2 y P3.
Con la FFP1 sin válvula de exhalación limitamos la propagación del contagio si somos nosotros los enfermos, pero, al tener una filtración mínima (78%), no estamos protegidos nosotros.
La FFP2 sin válvula de exhalación protege a los demás de nuestros organismos infecciosos y nos protege también a nosotros, con una eficacia del 92%.
Expertos del Centro de Investigación e Innovación en Sant Cugat de Asepeyo han llevado a cabo una investigación que ha concluido con las indicaciones de que en ambientes hospitalarios es recomendable su uso y para mayor protección del sanitario y de la propia mascarilla FFP2, se debe usar encima una quirúrgica reglamentaria.
Las FFP2 y FFP3 con válvula serían las que más protegerían de fuera hacia dentro, especialmente la FFP3 (98%), pero no limitan la propagación de contagio, pues la válvula de exhalación permite la salida de los organismos infecciosos que pueda tener quien la porta. En este sentido, se ha comentado más de una vez la posibilidad de no dejar entrar con ellas a los centros sanitarios.
En esta imagen de LNE, hasta ahora la mejor que he visto para explicar las diferencias entre unas y otras, se puede ver todo esto que he dicho de manera mucho más gráfica:
Etiquetado de las mascarillas quirúrgicas
Para evitar ser víctima de una estafa en la venta de mascarillas, lo suyo es empezar a familiarizarse con la normativa.
Las quirúrgicas deben incluir en su etiquetado:
Fabricante
Marcado CE: asegura que el producto cumple con la legislación.
UNE EN 14683: la referencia a esta norma asegura el cumplimiento de un estándar de calidad.
Tipo I o Tipo II o IIR: debe indicarse el tipo de mascarilla según la Eficacia de Filtración Bacteriana (EFB). Las de Tipo II se denominan IIR si también son resistentes a salpicaduras (sangre y otros líquidos biológicos).
Etiquetado de las EPI
Las mascarillas que son Equipos de Protección Individual y contienen filtro del aire inhalado deben incluir las siguientes referencias:
Fabricante
El marcado CE seguido de cuatro números: asegura que el producto cumple con la legislación. Del Caño explica que los cuatro dígitos deben aparecer y hacen referencia a los organismos notificados (las entidades que validan que se han fabricado conforme a unos requisitos determinados). En esta lista aparecen los códigos que sí que valen.
UNE EN-149: la referencia a esta norma asegura el cumplimiento de un estándar de calidad.
NR o R: el marcaje NR indica que no es reutilizable y el marcaje R que sí lo es. El Consejo General de Colegios Farmacéuticos subraya que es importante no confundir esta R con la que puede aparecer en las quirúrgicas, que indica su resistencia a salpicaduras pero no su posible reutilización.
KN95, el coladero para la estafa
Debido al desabastecimiento de mascarillas en Europa, la mayor parte de las que estamos viendo en estos momentos en España provienen de China y tienen el sello KN95. Es necesario que estén acompañadas de un certificado (GB-2626-2006) y del fabricante. En esta web puedes ver cuáles han detectado hasta el momento como falsos, así que si no lo encuentras, puede que sea correcta, o que la estafa haya pasado desapercibida todavía delante de las- autoridades.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo ha realizado la siguiente comparativa sobre las mascarillas autofiltrantes.
Desenmascarador Enmascarado tiene un buen gráfico para saber cómo detectar una estafa:
Y, por supuesto, no puedo cerrar este post sin al menos hacer una mención a cómo se ponen las mascarillas. En este gráfico lo expresan de maravilla desde el Ministerio de Consumo.
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