El Museo Carmen Thyssen Málaga acaba de inaugurar la exposición La furia del color sobre la etapa que pasó el pintor cántabro Francisco Iturrino (1864 – 1924) en la finca de La Concepción, en Málaga, que fue decisiva para ilustrar la tradición y el folclore españoles desde una perspectiva vanguardista jamás vista hasta ese momento.
La muestra, comisariada por Lourdes Moreno, directora artística del Museo, cuenta con la colaboración de la Fundación Cajasol y la Obra Social la Caixa.
Francisco Iturrino en La Concepción
En el año 1913, tras el ingreso de su mujer en un sanatorio psiquiátrico en Mondragón, Iturrino se refugia en la finca La Concepción, invitado por sus propietarios, el industrial y mecenas bilbaíno Rafael Echevarría y su esposa Amalia Echevarrieta, para cuya familia había trabajo el padre del pintor. Echevarría había adquirido en 1911 la finca de La Concepción creada por los marqueses de Casa Loring, Jorge Loring y Amalia Heredia en el siglo XIX.
En esta estancia y otras posteriores realizadas hasta el año 1919, pintará numerosos cuadros del exuberante jardín tropical, llenos de color, movimiento y vibrantes pinceladas. Son los años de plenitud del artista en los que definen su peculiar estilo. Las temáticas inspiradas por La Concepción pervivirán hasta el final de sus días.
Entre otros rincones, captaron el interés de Iturrino, la fuente del Tritón, el estanque de la ninfa o la cascada, asuntos todos ellos que recogen algunos de los lienzos presentes en la exposición, dentro de la sección “El pintor en su paraíso” que se ha dedicado en exclusiva a la relación del artista cántabro con Málaga.
Francisco Iturrino y el Museo Carmen Thyssen
Francisco Iturrino es uno de los artistas más destacados de la Colección Permanente del Museo Carmen Thyssen Málaga, aunque en esta ocasión se mostrará de una forma inédita, en confrontación con contemporáneos como Zuloaga, Matisse o Regoyos, con los que compartió temáticas, investigaciones de la luz, el color y el cuerpo desnudo femenino y, especialmente la búsqueda constante de modernidad.
El propio museo reconoce en su web que pretende así saldar una “deuda histórica” por el “injusto silenciamiento” de este pionero de la vanguardia española del primer cuarto del siglo XX.
La exposición contiene medio centenar de obras con lo mejor de su producción, desde sus comienzos en Bélgica hasta su huida hacia el sur y su encuentro definitivo con el estilo que presentaría el resto de su carrera, en el que la luz malagueña es una de las protagonistas.
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